No me había dado cuenta realmente cuanto me gusta el verano. Decir eso en Japón, es estar un poco “fuera de sus cabales”. Y es que el verano aquí es sinónimo de lluvias, calores vaporosos y temperaturas casi intolerables.Sin embargo, también es sinónimo de cielo azul y despejado, atardeceres ámbar y noches estrelladas.Y fue precisamente observando ese cielo de día, como si el mar se hubiese volcado y durmiera sus aguas en el firmamento que me encontré sonriendo sin esfuerzo.Y fue observando un atardecer, estallando con una gama multicolor en degrade. Desde el púrpura hasta un tenue rosa, que me encontré reconectando piezas de mi pasado entre suspiros de pura gratitud.Y fue así que una noche de verano alce la mirada y me encontré bajo un firmamento estrellado, y supe con total paz interior que todo va a estar bien...
Thursday, November 20, 2008
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